Desde la mesura y la honradez, se unen un cúmulo de causalidades,
Desde una sencillez más absoluta, una actriz hace de su vida una estrella,
Desde el rincón del alma, en el más absoluto silencio, observa despacio,
Desde un andén desierto, nace el agua que dará vida a lo que sueña.
En el aquí y en el ahora, en el desván pequeño, ha posibilitado lo imposible,
Quien hace magia interpretando, tiene ganado el cielo terrenal infinito,
Cuanto más grande es su suspiro, más agonía siente la mentira porque calla,
Por la dulzura con la que actúa, sin haber visto ningún acto, improviso lo que escribo.
Sin existir creencia en quien es perfecto, la imperfección se convierte en belleza,
Cuanto puede verse, cuando el escenario es una forma de ser y padecer,
Cuanto puede hallarse, al pintar sin pincel una historia inventada y patentada,
De tanto amor se dispone, que no hay cartel que no cubra su mirada.
El día en que reciba aplausos y amigables susurros por ser dama,
Jamás renuncie, a lo que es, pues por eso mismo estuvo en la batalla,
Y quien aconseje en la ignorancia verdadera, tomará su mano porque allí estará su alma,
Al mismo tiempo, la elección es la templanza.
Termina aquí el tercer y último acto personificando sin miradas,
Sin ataduras, sin complejos, sin hermanamiento ya ha sido tomada,
Deseo tanto, que de su vida no se haga actriz, no hace falta interpretarla,
Por eso expongo mi rubrica a quién realmente es venerada.


Desde una sencillez más absoluta, una actriz hace de su vida una estrella,
Desde el rincón del alma, en el más absoluto silencio, observa despacio,
Desde un andén desierto, nace el agua que dará vida a lo que sueña.
En el aquí y en el ahora, en el desván pequeño, ha posibilitado lo imposible,
Quien hace magia interpretando, tiene ganado el cielo terrenal infinito,
Cuanto más grande es su suspiro, más agonía siente la mentira porque calla,
Por la dulzura con la que actúa, sin haber visto ningún acto, improviso lo que escribo.
Sin existir creencia en quien es perfecto, la imperfección se convierte en belleza,
Cuanto puede verse, cuando el escenario es una forma de ser y padecer,
Cuanto puede hallarse, al pintar sin pincel una historia inventada y patentada,
De tanto amor se dispone, que no hay cartel que no cubra su mirada.
El día en que reciba aplausos y amigables susurros por ser dama,
Jamás renuncie, a lo que es, pues por eso mismo estuvo en la batalla,
Y quien aconseje en la ignorancia verdadera, tomará su mano porque allí estará su alma,
Al mismo tiempo, la elección es la templanza.
Termina aquí el tercer y último acto personificando sin miradas,
Sin ataduras, sin complejos, sin hermanamiento ya ha sido tomada,
Deseo tanto, que de su vida no se haga actriz, no hace falta interpretarla,
Por eso expongo mi rubrica a quién realmente es venerada.

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