miércoles, 15 de septiembre de 2010

Margen de Error.

Margen de error. 6 de Sep, a las 10:16

Hoy me maquillo como cada día para trabajar. Son las 7:00 horas de un Lunes cualquiera, los años para mí, han dejado de existir desde que con 18 años comencé a trabajar para ganarme la vida. Mi vacío interior no cesa, pero al menos he conseguido algo .

Ahora tengo tiempos lúcidos, pero no ha sido fácil llegar hasta aquí. Por mi trabajo, he tenido que cambiar varias veces de ciudad. Cinco en los últimos diez años; Bilbao, Logroño, Santiago de Compostela, Lisboa y Madrid. Desde muy pequeña, me ha gustado viajar mucho, pienso que me hace sentir viva el poder elegir en cada momento……

Nací, el 25 de Marzo de 1980 en Sevilla a las 15:15 horas en el hospital Virgen del Rocío. Como buena Piscis, me sentía protegida y querida por los míos. Creo que seré siempre una persona muy sentimental y positiva, mis padres me ayudaron a ello. Hernán, así se llamaba mi guapo y apuesto progenitor, unos ojazos azules y un cabello muy fino de color moreno. Que bonachón Dios mío, aún recuerdo como me protegía entre sus rodillas para que mi madre María no me regañara por mis trastadas a los cinco años. Él, siempre decía que era su Dama Blanca, su Ninfa y que sería alguien importante en la vida. Que equivocado estaba en parte porque me costó mucho, o al menos no creo que se le pasara por la cabeza, tanto sufrimiento vivido en esos años.

Ahora al menos lo puedo contar. Mis Padres, hubiesen evitado estos angostos tiempos. Mi madre, era una persona activa, con mucho carácter, sus ojos marrones y pelo rizado la hacían ser única “era una persona firme y le echaba cojones de la vida”. Era una gran señora.

María y Hernán murieron cuando yo tenía 17 años en un accidente de tráfico junto con mi hermano Pablo de tan solo 5 añitos. Mi hermano, fue fruto de un hijo no buscado, pero de alguna manera consiguió afianzar a un más el matrimonio. Desde ese momento, todo empezó a ir un poquito peor cada día. Recuerdo ese trágico fin de semana que volvían de la playa, era Junio del 97 y quedaban solo dos días para examinarme en selectividad. Preferí quedarme en casa de mis abuelos Maternos esos días(ya tendría tiempo de disfrutar de las vacaciones). Era una estudiante ejemplar.

Sobre las 20:00 de la tarde, alguien llamó a la puerta de forma insistente. Recuerdo haberme cabreado bastante, porque mis abuelos solían olvidarse las llaves, por lo que tampoco me extrañó que pulsarán el timbre aunque si la manera de hacerlo. Me dirigí a la entrada principal del piso, miré por la mirilla y se me congeló el corazón. Era la Policía Local, abrí de manera violenta la puerta y le pregunté a uno de las agentes que había pasado con mis abuelos. Me tranquilizaron y me dijeron que a ellos, no les habían pasado nada. Eran mis Padres y mi Hermano.

A partir de ahí, todo comenzó a ir demasiado deprisa, aprobé la selectividad en Septiembre con una nota muy baja que me impidió estudiar Biología. Sí, quería ser bióloga y aportar algo a la comunidad. Mis pobres abuelos fallecieron antes de acabar el año. Mi abuela María se fue con 72 años y una angina de pecho. Mi abuelo quedó desolado por aquello y se fue sin más en las navidades del 97, tenía 76 años. Al ser mis padres hijos únicos, no tenía prácticamente a nadie a quien recurrir. Casi todos mis amigos estaban ocupados con sus nuevas carreras y yo me quedé en casa meditando durante un año que hacer con mi vida. De mis padres recibí un millón de pesetas, los ahorros que habían podido conseguir con el sudor de su frente. De mis abuelos maternos, el piso desde donde escribo todo esto.

El dinero se gastó en muy poco tiempo, tenía que comer, pagar facturas de la luz, el gas. Lo imprescindible para poder subsistir. Se acabó el dinero y decidí ser sincera conmigo misma. O cambiaba de manera radical, o estaría tirada en la calle en solo unos meses.
Hice lo más coherente que se me pasó por la cabeza.


Llamé a mi amiga Lucía y le conté como me encontraba. Se presentó en mi casa y estuvimos hablando durante unas cinco horas. Después de la conversación, recuerdo haber comenzado a llorar de manera brutal. Estaba asimilando demasiado rápido lo que me estaba pasando. Hice las maletas y me instalé con ella y sus padres. Alquilé el piso para tener algo con lo que tirar y comencé a trabajar. Comencé a trabajar como cajera en un Supermercado a media jornada. Me matriculé en derecho, e intenté comenzar una nueva vida. Desde cero.

Pasaron los años y Lucía y yo, nos convertimos en casi hermanas. Sus padres me dieron todo cuanto tenían en su mano. No pasan los días en que no les agradezca lo que soy ahora. La facultad iba muy bien, saqué la carrera en seis años y conseguí una beca para estudiar un Máster en Madrid.
Por fin había horizonte en el camino. Una luz que años atrás se me había negado o más bien yo misma, no quise ver. Ahí fue donde conocí a Pedro, el padre de mis hijos, el que me ha seguido en cada una de mis aventuras. Por aquella época acabó bellas artes y tenía un futuro prometedor. El consiguió que mi pequeño mundo se fundiera con el suyo. Tenía(y hoy aún más) una pasión desmesurada por mi. Acabé el Máster y conseguí un trabajo en prácticas en un Bufet muy famoso con importancia nacional.

Pedro cada vez tenía más trabajo y sus obras se vendían muy bien. Nos permitió alquilar un pequeño piso y a mi me hicieron fija. Mi primer Gran Logro. Por primera vez en la vida tenía el control sobre lo que hacía. Era yo quien decidía sobre mí y tenía a mi lado a una persona única que me hacía crecer cada día. Hacía de padre y madre, de hermano, de amante, de pareja………

Tras cuatro años de convivencia me trasladaron a Bilbao. Pedro podía venirse conmigo, porque el País Vasco siempre ha sido un punto de encuentro del Arte en todas sus formas y no quería desaprovechar esa oportunidad. Todo iba perfecto salvo en una cosa. Sentía un vacío total por mis padres. Mi alma gemela me preguntó que si estaba a gusto con lo que era. Le dije que si, pero mis padres y hermano seguían ahí. Como resultado, quedé embarazada y tuve dos mellizos. Un varón y una hembra. Causalidades de la vida o no, le pusimos Hernán y María en honor a mis progenitores. Pedro pintó una serie de cuadros sobre mi vida al que tituló “Margen de error”.

El día que lo expuso en una galería me miró y me dijo. - Hay margen de error pequeña, siempre lo hay. Vacíos y miedos los adquirimos al hacernos adultos. Pero tú, has hecho que crea en mí, tu solo me quitaste la venda para poder ver. Gracias.



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